miércoles, 20 de octubre de 2010

TIENDA DE BARRIO

La idea de los imaginarios radica en la producción de una imagen visible y abstracta de los representantes sociales que se encuentran en algún espacio determinado.

A partir de las realidades en el entorno urbano se suscitan imágenes mentales que son la materia prima para la construcción de un imaginario que se hace social cuando se comunica. Por lo tanto, estas representaciones son socio-culturales y simbólicas que pueden ser individuales o colectivas, y se originan por el uso y apropiación cotidiana de cualquier espacio.

En esta cotidianidad de muchas regiones, encontramos un espacio urbano altamente posicionado, que se denomina tienda. Este elemento presente y aun esencial, se ha constituido desde la colonia, en la historia comercial de la región, como puntos de venta y en canales de distribución. La tienda además de ser un espacio comercial, es un espacio cultural, donde se puede observar la identidad de quienes interactúan de forma permanente, en el cual cada día se tejen relaciones que se han mantenido y prolongado en el tiempo. Es la historia de los tenderos y sus consumidores durante años.

Las representaciones mentales que se han construido a través del tiempo, por la relación establecida entre tendero -consumidor, consumidor- tienda y tendero-tienda, que le han dado un sentido sociocultural y que han inducido a la creación de un imaginario, son la base para ir desarrollando esta propuesta. A partir de fotografías y del contacto con tenderos, se evidencian los diferentes retratos o representaciones mentales, que proporcionan información sobre lo que simboliza este espacio, ubicado en el entorno urbano de una región, producto de un imaginario colectivo.
La tridimensionalidad propuesta en cada obra recrea la ubicación que comúnmente, desde sus orígenes ocupan estos negocios, una esquina, dos caras en primer plano, dos entradas, espacio cubico que se encapsula en el tiempo y se mantiene.







VASOS COMUNICANTES

El paisaje urbano como territorio físico tiene varios puntos de complementariedad que establecen conexiones comunicadoras suficientes para que lo espiritual brote al exterior y establezcan un dialogo con lo cotidiano y lo tecnológico, reconociendo en cada gesto, imágenes simples y al mismo tiempo estimuladoras del ser, para que al final, se manifieste con símbolos que parecen proceder de culturas milenarias que se resisten a desaparecer, porque lo comportamental sigue aun conectado con el espíritu.
Esta comunicación entre el ser espiritual y el físico definitivamente no es posible romperla porque esta unión es la que permite que el equilibrio emocional permanezca y desde el interior se traduzca en gestos y símbolos, para que de alguna forma se establezca una

comunicación del paisaje presentado con el observador, el cual reacciona de acuerdo a sus características emocionales particulares.

La morfología de la obra se concentra en dos elementos principales, como son: el lenguaje corporal, traducido en los gestos o símbolos que expresan los fragmentos corporales, que denotan las reacciones emocionales de un estado anímico o conductual y por ultimo encontramos un elemento aglutinador del espacio en que se encuentran todos, este son las baldosas rojas y amarillas, gris y verde, dispuestas intercaladamente en su color, para contener cada uno de los fragmentos.
La composición en tiempo y espacio de “Vasos Comunicantes”, nos evoca los mecanismos de adaptación y defensa del ser físico ante la intervención constante al paisaje primitivo, por el afán modernista de la sociedad que cada día coloca un ingrediente más al urbanismo desenfrenado.
Los símbolos en la obra parecen una constante, que se conforman ante la presencia de la tensión o la contemplación de los alrededores que impactan al ser físico y espiritual, que en la mayoría de las veces el estimulante es lo urbano, lo cotidiano y lo abstracto. Estas reacciones, cuando están sometidas a la fuerza de la costumbre o la conducta, lleva al observador más que a impactarse, a un proceso de identificación que magnifica el significado del paisaje.

CONEXIONES

Los imaginarios sociales al igual que los archivos urbanos, ponen su mirada en el futuro, pero hay otra circunstancia que los hace interactúantes, ellos no son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino que se ‘encarnan’ o se incorporan en objetos ciudadanos que encontramos a l a luz pública y de los cuales podemos deducir diferentes sentimientos sociales (miedo, amor, rabia, ilusiones, etc.) y estos sentimientos citadinos son capaces de ser archivados, ya sea como escritos, imágenes, sonidos, producciones de arte o textos de cualquier otra materia, donde lo imaginario impone su valor dominante sobre el mismo objeto.

“Conexiones” se fundamenta en espacios y tiempos donde estar dentro o estar fuera marca los límites segregacionistas de nuestra sociedad a la cual es necesario confrontar en el ámbito real o imaginario para neutralizarla o disminuirla.

El afuera y adentro se relaciona con la presencia y ausencia del ser, donde simbólicamente un espacio de conexión puede presentar una barrera o una facilidad mental o física. Este espacio de conexión que metafóricamente está representada en una puerta con una sombra proveniente del espacio urbano que se proyecta sobre ella y que plantea la posibilidad del inicio del final de la confrontación dialéctica e histórica sobre la inclusión y exclusión, donde las sombras simbolizan el grado de dificultad e incertidumbre para lograr este objetivo.
Serie Conexiones: "Mana","Desde afuera","Puerta deseada""Aun paso", "Manantial"
Dimensiones: 175 x 64 cms.





















domingo, 17 de octubre de 2010

SOLILOQUIOS II